El dictador español Francisco Franco convirtió al Palacio Real de El Pardo en su residencia oficial en 1939, utilizando pocas habitaciones y haciendo leves modificaciones al sitio.
Durante el franquismo, El Pardo se convirtió en el lugar en donde se tomaban las decisiones políticas. Ahí, Franco trabajaba, hacía sus audiencias y celebraba los consejos de ministros, además de recibir a los jefes de Estado.
Cinco años después de que el dictador adoptara el Palacio, un grupo de 370 charros mexicanos llegaron a visitarlo y a darle obsequios, a él y a su familia.
El 6 de junio de 1964, a las 12:30 horas, Franco recibió a una veintena de charros encabezados por los representantes José Yslas, presidente de la Federación Nacional de Charros y José Francisco Maldonado Aspe, secretario de la federación y bisabuelo de Ricardo Anaya, candidato a la presidencia.

“Es para mí una de las mayores satisfacciones al recibir a esta representación tan genuina del pueblo mexicano: sus charros. Por encima de todas las vicisitudes, de todas las diferencias que hayan podido existir entre nuestros gobiernos, se han mantenido siempre firmes los lazos de fe, de lengua y de sangre que nos unen”, dijo Franco, quien basó su dictadura en cuatro pilares: el nacionalismo español excluyente, el anticomunismo, el fascismo y el catolicismo, base fundamental del Partido Acción Nacional hasta el día de hoy.
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En contraste, durante su discurso, el dictador español negó sus acciones, asegurando que “debido a la Guerra universal y a las pasiones que engendró, se ha producido la desorientación de la opinión pública en algunos países, queriéndonos hacer aparecer como dictadores monstruosos que mantenemos acerrojada y no dejamos expresarse a la voluntad de nuestro pueblo”, comentó de acuerdo con el libro “Mis memorias en la charrería”, escrito por José Yslas, del cual existe una sola copia en México, ya que fue editado y publicado en España en 2008.
En ese mismo año, justamente, el dictador fue culpado, pese a estar muerto, de cometer crímenes contra la humanidad, además de ser el principal responsable de la desaparición de 143 mil 353 personas.
Pese a ser un dictador encargado de la desaparición de más de 140 mil personas, Franco y su familia fueron consentidos con regalos de parte de los mexicanos: “una montura charra, ricamente adornada de plata con espuelas de este mismo metal para el Jefe de Estado; tres rebozos, dos rojos y uno amarillo para su esposa y la Marquesa del Villaverde; dos vestidos charros para los nietos y unas muñecas vestidas con trajes típicos mexicanos para las nietas”, según relata Yslas en su libro de memorias.

Además de los obsequios, Franco fue agasajado con un discurso del bisabuelo de Anaya, a quien debido a su facilidad de palabra, lo conocían como el “pico de oro”.
“Dijo, por último, que agradecía muy vivamente la gentileza de Su Excelencia, el Jefe de Estado, en haber atendido amablemente nuestra visita, acompañado de su familia”, escribió Yslas en el mismo libro en donde señala que Franco les ofreció “un vino de honor, cosa que los mismos españoles consideraron como insólito y fuera de su habitual modo de proceder en estos casos”.
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“Don Francisco Maldonado Aspe, que era un erudito en el hablar, que fue expresidente de la Confederación (de charros), que acompañó a Francisco I. Madero a su entrada a la Ciudad de México, como su guardia personal (…) fue quien escribió ese ‘poema’”, comentó un familiar de José Yslas en entrevista para República 32.
¿Fue un poema lo que le escribió y no un discurso?
“No, no, todos le llaman poema a lo que dijo, y al contestarlo lo hizo llorar (sic), hizo llorar a Franco”, recordó mientras aseguraba que eso fue el comienzo de las relaciones de México con España.
A pesar de esto, tanto el familiar de Yslas, como el padre de Ricardo Anaya no han encontrado el discurso completo del bisabuelo del candidato presidencial. Además, en los periódicos de junio de 1964 existe poca información al respecto, y la que está publicada se enfoca más a la visita del comediante “Cantinflas” y el cantante Agustín Lara, quienes también visitaron España en compañía de los charros mexicanos.

Para él, “el candidato” tiene el mismo don de discurso que “Don Pancho”, porque “ni el papá de Ricardo (abuelo del candidato), ni mi cuate Ricardo (papá de Anaya) tienen ese don, pero el candidato, la verdad, es un superorador, tiene una cabeza impresionante, es un cerebro, ojalá sea por ahí, pero bueno, yo no me meto en política”.
También contó que Franco le entregó a Yslas las llaves de toda España “y dio la orden de que España estaba abierta para los charros”.
Ricardo Anaya, lejos de la charrería
Aunque su padre, su abuelo, su bisabuelo y José Yslas, uno de sus mejores amigos fueron los máximos representantes de la charrería en México, el candidato a la presidencia de la República se ha mantenido alejado de este deporte nacional.
En sus presentaciones públicas Anaya apuesta a la modernidad del país y asegura que invertirá más dinero público en tecnología, dejando de lado la raíz campesina de la charrería.

Este deporte nacional comenzó gracias a las necesidades del campo, como vacunar a las reses, marcarlas, separarlas o sacrificarlas, lo cual derivó en lo que hoy conocemos como suertes de la charrería.
Sin embargo, estos juegos, más que fomentar el trabajo en la tierra derivaron en fiestas exclusivas en las que charros y escaramuzas, miembros de una clase social privilegiada, llegan en sus autos Mercedes o Porsche, se cambian su ropa de diseñador por trajes charros y se montan a caballo, con cerveza o whisky en mano, a disfrutar de una fiesta-charreada que se asemeja más una reunión de la socialité mexicana.
¿Las personas de las que se rodea el candidato panista son gente de campo? No, sus colaboradores más cercanos son políticos de menos de 40 años, trajeados, de la clase social alta, que difícilmente se pondrían un traje charro.
¿Qué es lo que habrá motivado a Anaya a alejarse de este deporte? Las personas entrevistadas por República 32 dijeron que el panista sí está orgulloso de la charrería, “desde chico”, aunque tal aseveración no corresponde con la realidad, ya que el candidato parece más preocupado por los autos eléctricos o la vigilancia gubernamental mediante softwares que sobre este deporte nacional.