«Ganó Anaya». «Andrés Manuel, tiene rival». Fueron algunas de las frases que escucharon en las muchas mesas de análisis organizadas para salir al aire después de que terminó el debate de este domingo.
La expectativa que creó el primer encuentro de candidatos a la presidencial, se alimentó a partir de algunas preguntas fundamentales: ¿Andrés Manuel seguirá en primero lugar? ¿Anaya logrará ponerse en segundo? ¿Meade conservará la candidatura?
Con un Andrés Manuel, que llegó como el inalcanzable en las encuestas y una lucha de baja intensidad por el segundo lugar, el round del domingo tenía una estrategia clara: aguantar los ataques, no ceder terreno.
También representó un momento crucial en las aspiraciones de Ricardo Anaya y José Antonio Meade. Los dos debían demostrar quien es el rival de AMLO.
En un momento en que las encuestas y otros estudios de opinión, muestran que la corrupción y la inseguridad son las mayores preocupaciones de los mexicanos, la tarea no se mostraba fácil para ellos, en este debate presidencial, que supone el inicio de la recta final con miras a la elección de primero de julio.
Hace dos semanas, analistas y los medios, comenzaron a especular sobre el resultado de este primer encuentro y aunque muchos de sus pronósticos se hicieron realidad, vimos algunas sorpresas.
En parte empujado por el nuevo formato, que permitió más intercambios entre los aspirantes, sin duda el primer debate presidencial no decepciono, salvo por las propuestas, que siguen siendo repeticiones
«Todos me echan montón»: Andrés. El mismo pero más tranquilo
Andrés Manuel López Obrador sabía que sería el blanco de los ataques y se esforzó por no caer en provocaciones.
A un ritmo pausado y con un tono de voz que apelaba a la tranquilidad, se empeñó en defender su trabajo como Jefe de Gobierno de la CDMX, gestión en la que, presumió, bajaron los índices de inseguridad.
Apoyándose en gráficas, dijo que el robo de vehículo con violencia y los secuestros descendieron, pese a que sus adversarios trataron de desacreditar sus dichos.
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En el eje de seguridad, resurgió su punto débil durante la precampaña y lo que va de la campaña: la amnistía a integrantes del crimen organizado.
El tema en el que Meade ha basado sus spots fue una de las preguntas directas al tabasqueño. “¿A quién beneficiaría la amnistía?”, le cuestionó la moderadora.
Pero Andrés Manuel no respondió con claridad; se limitó a decir que se analizaría, junto con expertos, inmediatamente después de que se le declare presidente electo. “Estoy invitando hasta al Papa Francisco”, agregó.
Meade aprovechó y lo acusó de estar del lado de los criminales, pero AMLO volvió al ataque al decir que el número de homicidios y desaparecidos en el país se incrementó en el gobierno panista de Felipe Calderón y del priísta Enrique Peña Nieto. “Tenemos que hacer de todo para lograr la paz”, remató.
«Véalos, parece que todos están en mi contra», dijo Andrés Manuel durante el tiempo de réplica.
Sobre corrupción, Andrés reiteró su principal estrategia: un presidente honesto, con voluntad, que predique con el ejemplo y que contagie al resto de los gobernantes en todos los niveles.
El fundador de Morena también repitió que le reducirá el sueldo a los de arriba y aumentará a los de abajo. “Si eso es ser populista, que me apunten en la lista”, dijo para cerrar.
Y cuando sus contrincantes lo atacaron, él tomó una lámina con una encuesta donde se le ve con más de 15 puntos por encima del candidato del PAN. “Pobremente esta es la última encuesta. Esa es mi réplica”, señaló entre risas.
El candidato de la alianza “Juntos Haremos Historia” mantuvo una línea de amor y paz, se defendió con frases como: “Siempre es Andrés Manuel, Andrés Manuel… A mí me pueden llamar Peje, pero no lagarto”.
López Obrador no se olvidó de la “mafia del poder”, dijo que si él fuera corrupto ese grupo selecto de personas que la conforman ya lo hubieran acabado.
Para AMLO el hecho de que esta sea su tercera contienda presidencial no es sinónimo de estar obsesionado con el poder, según dijo, no lucha por un cargo ni por ser presidente, “eso es un medio no es un fin, yo busco la transformación de nuestro país”.
Se postuló a favor de la revocación de mandato, se comprometió a que si gana cada dos años habrá consulta sobre si los mexicanos quieren o no que continúe en el poder y también prometió que si no gana estas elecciones, respetará los resultados.
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Andrés Manuel cerró recordando a sus héroes, Benito Juárez y Francisco I. Madero y gritó un “¡Viva México”, al término de su intervención. No le fue bien ni mal.
Hizo lo que tenía que hacer, como quien va 20 puntos por encima de su adversario más cercano: mantener la calma con la confianza de que así no caería hasta un segundo lugar.
Los ataques en su contra fueron efectivos pero no lo noquearon. La insistencia de los otros cuatro participantes sobre la poca certeza de la honestidad de AMLO sembraron preguntas en la audiencia que el morenista no resolvió durante sus intervenciones, apenas atinó a negar los tres departamentos que le sembró Meade.
Aunque quedó de pie, la campaña sigue y la moneda todavía está en el aire.

Sin embargo a muchos nos queda la duda; ¿Será que alguien ganó el debate?
Probablemente esa sea una pregunta imposible de responder. A pesar de todo, República 32, te presenta un análisis de cada candidato. Sus propuestas, sus ataques y sus posibilidades puestas a prueba por sus dichos.
“Eras un auténtico opositor al sistema”, Anaya a AMLO
Durante el primer debate presidencial, el candidato Ricardo Anaya comenzó casi todas sus frases mencionando a Andrés Manuel López Obrador.
“Andrés Manuel”, decía el panista antes de criticar al candidato de Morena.
Ricardo repetía las frases ensayadas en decenas de lugares que ha pisado durante su campaña, a modo de entrenamiento previo al debate presidencial.
El Ejército tiene que seguir en las calles, habrá más policías locales y con eso se desmantelará al narco, no lo eliminará, acabará con él, eran las promesas de Anaya.
Sonreía cuando (todos) los candidatos atacaban al enemigo en común: Obrador, el único que llevaba maletín al evento.
El panista sonreía otra vez y hacía apuntes de lo que escuchaba, algo nada esporádico en sus eventos públicos. En algún momento escribió algo y luego lo encerró en un círculo, de acuerdo al movimiento de manos.
Anaya se mostraba contento y seguro ante las cámaras que enfocaban cada uno de sus movimientos, y la de los demás candidatos.
Las cámaras rodeaban el patio del Palacio de Minería, lugar cambiante que tanto alberga a políticos relacionados con casos de corrupción, como a las personas (periodistas y escritores) que documentan esas acusaciones.
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Un anuncio pagado en Google decía, días antes del mismo debate, que el candidato hijo de un charro (Ricardo), había ganado y punto. Queda la duda de cuánto pagó el candidato, o alguien afín a él para empezar a manipular el voto de las personas mediante verdades anticipadas, o si se prefiere, fake news.

El primer ataque que lanzó fue contra Andrés Manuel López Obrador, el candidato favorito de los mexicano según cada casa encuestadora.
No fue improvisado que cada uno de los demás presidenciables se fueran al cuello de la persona que lleva el primer lugar de preferencias. Matar al enemigo.
Anaya comenzó asegurando que con Obrador habrá menos crecimiento económico, “espantará a los inversionistas” y habrá menos empleo, ¿cómo sustentó eso? Con un titular del periódico Milenio, cuyo dueño, Carlos Marín, es opositor a López Obrador, y está entre los medios que reciben más dinero gubernamental mediante publicidad.
Como buen viajero, ya sea a costa del dinero público o de sus millonarios ingresos, Anaya ha logrado viajar por varias partes del mundo, dándose cuenta de la riqueza y pobreza que existe fuera de México, uno de los motivos por los que mandó a vivir a su esposa y tres hijos a Atlanta, lejos de la pobreza que existe en nuestro país.
Gracias a esto, el candidato del Frente ejemplificó con un puñado de países que han pasado por diferentes crisis, como Colombia y El Salvador, buscando hacer un símil con México, si las personas votan por Obrador.

Al contrario, al tener la oportunidad (gracias a los millones y millones de pesos que genera él en compañía de su familia) de conocer países del primer mundo, puso el ejemplo de Italia y el Reino Unido, cuyos gobiernos atacaron la corrupción y encarcelaron a 162 personas en un día, incluidos tres alcaldes coludidos con el crimen organizado, sin «utilizar una bala».
“No sé si lo sepas”, decía a cada momento antes de hablar con los demás. Presumió que él, así como el ex Primer Ministro de Reino Unido, Tony Blair, pondrá como prioridad, primero, la educación, segundo la educación y tercero la educación. Sin decir bien cómo hacerlo ni si copiará el modelo de Blair de hacer política.
Coincido con Andrés Manuel, hay mucha corrupción, entre las frases destacadas de @RicardoAnayaC en el #DebatePresidencial2018 pic.twitter.com/GwmgKiNl0V
— san francisco de asís, artista del ambient (@vientoeldiablo) April 23, 2018
Al tomar la palabra lo hacía, en muchas ocasiones, después de que Obrador dijera algo, y era para atacarlo de nuevo o continuar con un ataque previo, interrumpido gracias al tiempo establecido por el INE, organizador del debate dentro del patio principal del Palacio de Minería, en la Ciudad de México.
Los únicos momentos en los que se dedicó a mencionar la palabra “mujer”, prometió salario justo para todas las mujeres que trabajan en México (aunque no dijo nada de las trabajadoras informales).
Entre otras de sus promesas que ha ido repitiendo, dijo que les dará “cárcel y muerte civil a los corruptos”, con lo que el ex gobernador panista, Guillermo Padrés, tendrá una “muerte” civil, al igual que demás políticos del PAN que han sido acusados de actos de corrupción, como el mismo Ricardo Anaya.
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Y, al final, cuando Margarita Anaya presumió que ella había regresado el dinero que el INE le había dado para su campaña, dos millones de pesos.
Entonces Anaya no se quiso quedar atrás y dijo que él había aceptado el dinero, pero sólo para donarlo a las personas afectadas por el sismo, ¿cómo, dónde y cuándo? Anaya sonreía al hacer esta clase de promesas, ése era su comprobante y postura en el primer debate presidencial.
El único momento en el que habló del candidato del PRI fue para recordarle La Estafa Maestra, los ex gobernadores acusados de diferentes delitos como Javier Duarte, Roberto Borge y César Duarte, “y miren, aquí está con su amigo el ex gobernador César Duarte, por cierto hoy prófugo”, mientras sostenía ante las cámaras una foto donde Meade y Duarte estaban juntos en un restaurante.
“La pregunta es, ¿de qué tamaño fue la rebanada del pastel que te tocó?”, remató Anaya en su único ataque contra Meade, tercer lugar en las preferencias electorales.
Al momento de que Obrador dijo que aboga por que la honestidad puede ser una forma de vida y una forma de gobierno, Anaya le contestó.
“Nunca he coincidido con tu visión de la economía, Andrés Manuel, ni con tu estilo autoritario de ejercer el poder, pero te respetaba porque eras un auténtico opositor del sistema”.

Al finalizar el debate y después de despedirse de beso de Zavala y apretar la mano de Meade y El Bronco, Anaya asistió a un evento en el hotel Hilton, a puerta cerrada, donde los únicos que podían entrar eran sus allegados.
“Ganamos el debate y vamos a ganar a elección”.
Meade «olvidó» corrupción priísta
José Antonio Meade fue el único candidato a la presidencia que se presentó al principio y el final del debate.
Más de la mitad de su tiempo lo utilizó para irse en contra de Andrés Manuel López Obrador, la otra parte evitó hablar de los errores del gobierno de Enrique Peña Nieto.
Comenzó la discusión señalando que en México la impunidad es una constante, “sólo tres de cada 100 delitos se resuelven”, aseveró. A pesar de este cálculo, el candidato evitó mencionar que es el PRI, partido que lo abandera, quien gestiona el actual gobierno.
Esquivó más de una vez los cuestionamientos en contra del partido.

La primera fue una pregunta de la periodista Denisse Maerker sobre los errores del gobierno de Enrique Peña Nieto, la segunda cuando Ricardo Anaya lo interrogó sobre si estaba de acuerdo con la actual gestión y cuánto le había tocado por aceptar la corrupción priísta.
En ambos casos dio vuelta a la contestación o simplemente el tiempo no le alcanzó.
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Por otra parte decidió deslindarse del partido y dijo que era la primera vez “que el PRI acepta que un ciudadano sea candidato presidencial”.
El ex secretario de Hacienda apuntó que en su gobierno no habrá más “estafas maestras”, refiriéndose a la triangulación de recursos públicos entre dependencias federales y universidades públicas donde se desviaron cerca de 3 mil millones de pesos. Una de las secretarías involucradas fue la Sedesol, que encabezó de 2015 a 2016.
Para evitar actos de corrupción entre servidores públicos, el candidato refirió que será obligatorio que los funcionarios públicos presenten una declaración siete de siete, que contempla hacer público su patrimonio y de su pareja, a través de consultas en los Registros Públicos de todos los estados.
Ante esta propuesta, Ricardo Anaya le recordó la siete de siete del PRI: Odebrecht, socavón del Paso Express en Cuernavaca, la estafa maestra, y la corrupción en los gobiernos de Cesar Duarte, Javier Duarte y Roberto Borge.
Meade, junto con Ricardo Anaya, candidato de la coalición “Por México al Frente”, dedicaron cerca de dos tercios del debate a lanzar ataques contra Andrés Manuel López Obrador.
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Uno de los principales ataques de José Antonio Meade fue aseverar que el candidato de Morena tenía en su poder tres departamentos en la Ciudad de México registrados a su nombre en el Registro Público de la Propiedad. Ante esto, AMLO respondió que no los tenía y de ser así, se los regalaba.
El candidato Meade, sostuvo que arropar en su equipo al ex aspirante independiente Armando Ríos Piter no era una incongruencia, considerando el número de firmas falsas que le detectó el INE. “En esta campaña se trata de sumar y mientras más se sume mejor”, dijo.
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Respecto a seguridad propuso generar un Código Penal Único para todas las entidades del país; la creación de agencias de investigación especializadas para delitos específicos como el secuestro y se posicionó a favor de la Ley de Seguridad Interior para darle “certeza jurídica a las Fuerzas Armadas”.
El ocurrente señor mocha manos
Apelando a las emociones, el candidato independiente Jaime Rodríguez Calderón, le apostó a elevar sus puntos dentro de la preferencia de los votantes y lo logró.
Con su intervención inició el primer debate presidencial en donde se dijo víctima de la violencia por la muerte de su hijo en 2009.
“Esto es una bala que guardé, no la había sacado nunca. Hoy la traje porque precisamente miles de balas están tiradas en muchas partes del país.
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Es una parte que a mí me mueve y por eso estoy aquí, porque le hice una promesa a mi hijo que lo encontré muerto y la autoridad no me ayudo”, dijo en su participación sobre el tema de seguridad pública en la primera ronda.
El simplismo de cómo abordó el tema al combate de la corrupción fue disparatado cuando el Bronco, dijo: “tenemos que mocharle la mano al que robe», entonces una de las moderadoras le preguntó que si era “literalmente” y el independiente le contestó que sí.

Dentro de este mismo tema, Rodríguez le preguntó a López Obrador: “¿Y cómo estás vendiendo lo que todavía no es tuyo, todavía no ganas, y todavía faltan más de 70 días?”, haciendo alusión a lo dicho por el candidato de Morena cuando dijo que ya se lo había ofrecido en venta a Donald Trump.
Sobre su habilidad para gobernar dijo: «Los gobernantes no somos expertos en todo, yo no pretendo ser Santa Claus ni Superman. Hay que contratar a los mejores para la seguridad del país».
Además señaló haberse casado tres veces cuando se le preguntó sobre el matrimonio homosexual: «Creo en el matrimonio, tanto que me he casado tres veces y cada quien se casa con quien quiere».
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Al pasar al tema de democracia y pluralismo el candidato independiente, Jaime Rodríguez Calderón, dijo: “Márqueme raza, WhatsApp, para que me digan qué tenemos que hacer, para que sea un compromiso de ambos”.
Y señaló que en este momento se encuentra realizando una consulta con los ciudadanos para formar sus promesas de campaña. Además de que en su tribuna se podía leer: “Bronco Independiente 81.1977.0515”.
La más nerviosa y conservadora
Entre acusaciones y cuestiona por el papel que desempeñó su esposo cuando fue presiente de México de 2006 a 2012, Margarita Zavala, candidata independiente, inició si intervención sobre el combate a la corrupción.
A lo anterior se limitó a decir que los casos en este tema durante la pasada administración tuvieron consecuencias y se deslindaron responsabilidades.
Además propuso además una cárcel especial para los políticos corruptos y también la creación de un Observatorio Ciudadano que siga el cumplimiento de sus propuestas realizadas durante su campaña.
Con voz nerviosa durante todo el debate, Margarita Zavala indicó que lo que ha pasado en la política en México es que “el dinero ha sometido a la política”.

Al hablar sobre democracia y pluralidad, señaló que la democracia tiene que ver con la igualdad de condiciones, “lamentablemente eso se ha visto con los candidatos independientes, a quienes ni siquiera se nos han dado spots».
En este mismo tema prometió defender a las mujeres a quienes les pagan menos por “ser mujeres, que te despiden por estar embarazada o que no te dejan meter a tu hijo a una escuela porque tiene discapacidad».
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En un tono más conservador, Margarita habló sobre los matrimonios entre personas del mismo sexo y aseguró que cree que debe hacerse entre hombre y mujer, pero que respeta todas las formas de matrimonio.
En cuanto honestidad y transparencia comentó que la política debe de ser para hacer el bien común, pero lamentablemente se ha sometido al dinero y los intereses. “Voy a ser implacable contra los corruptos porque no quiero que tu gobierno te dé vergüenza».
Alejandra Caril, Gabriela Hernández, Juventino Montelongo y Gloria Piña contribuyeron para este reporte.