A finales de los años 70 la escena punk había cambiado tanto que muchos la consideraban una parodia de sí misma.

Pese a que la idea original era ir en contra de cualquier aspecto comercial, la expansión del movimiento logró llegar a tantas personas alrededor del mundo que terminó siendo un producto más.

En 1977, la escena punk comenzó a registrar sus primeras fracturas entre los grupos que la integraban, jóvenes de familias obreras o personas de clase media con intereses artísticos.

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Otros más, los “punks verdaderos” como los llamaba el periodista musical Simon Reynolds, creían que la música tenía que ser accesible y sin pretensiones para que cumpliera el papel de “vocera” y llevar el descontento social a todas partes.

Esta división fue el germen de lo que después fue conocido como postpunk, una vanguardia musical que no quería volver a la mismas raíces: el rock, sino que buscaba una ruptura con lo tradicional.

Bandas como Joy Division o los Talking Heads tomaron esta causa para seguir con la “tarea de concretar la revolución musical inconclusa del punk”, por lo que comenzaron a experimentar con ritmos típicos de la música electrónica, el jazz, la música disco o incluso el noise.

 

Entre 1977 y 1985 la escena postpunk comenzó a retomar diferentes aspectos del arte para alimentar su estética.

“El período post-punk, en su conjunto, aparece como un intento de recrear virtualmente todas las principales temáticas y técnicas modernistas a través del médium de la música pop”, escribió el periodista Reynolds, quien fuera el primero en utilizar dicho término.

Por ejemplo, la banda Cabaret Voltaire tomó su nombre del movimiento dadaísta, la banda Talking Heads hizo una pista de disco con un poema sonoro de Hugo Ball.

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Además, los encargados de escribir la letra de las canciones se inspiraban en atmósferas descritas por escritores como William S. Burroughs, J. G. Ballard y Philip K. Dick, quienes componían sobre distopías, mundos decadentes o historias que mezclaban la realidad con la fantasía mediante el uso de drogas.

Esta necesidad por mezclar diferentes ramas del arte para crear un nuevo movimiento se expandió tanto que no sólo los músicos tomaban elementos externos para sus canciones, sino que también los cineastas, convencidos de la estética postpunk, comenzaron a experimentar con ello.

Para esto comenzaron a poner en circulación películas en VHS buscando evadir la censura. Así, los años 80 fueron un detonante para las producciones independientes que también buscaban ofrecer una alternativa gráfica.

Justo este domingo 29 de abril, el Museo Tamayo está proyectando varias cintas que se enmarcan en la estética postpunk.

This is Now: Cine y video en la era Postpunk. Foto: Facebook

THIS IS NOW es una muestra que busca dar un ejemplo de las producciones independientes de la vida cultural del Reino Unido a finales de los años 70 y principios de los 80, “al tiempo que reflexionan sobre la relevancia de este trabajo en el contexto de las producciones artísticas en video, internet y cine experimental de hoy en día”.

El museo trabaja de la mano de LUX, una agencia internacional encargada de apoyar y promover las prácticas artísticas alrededor de la imagen y del Archivo Nacional del British Film Institute (BFI), organización que promueve el cine, la televisión y la imagen en el Reino Unido.

“Echo and the Bunnymen: Shine So Hard”, del director John Smith será una de las cintas que se mostrarán durante la muestra.

Las proyecciones también serán un pretexto para debatir en torno a la producción de videos en México durante el periodo de gestación del postpunk, en particular las que buscaban formas alternas de narración y representación.

 

¿Por qué es tan importante debatir sobre esta forma de producir arte? Porque la estética postpunk propone temas mediante canales no institucionales, contraviniendo discursos oficialistas.

Pese a que no toda la crítica al sistema podría encasillarse en lo postpunk, existen casos que rozan dicha estética: la proyección de un documental sobre la desaparición de estudiantes en México es un buen caso.

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Contar una historia alterna a la versión dada por las autoridades, exhibir al gobierno en un acto de corrupción o marchar para exigir la aparición con vida de miles de personas desaparecidas, es, también, una manera de salirse de los canales oficiales para levantar la voz y producir un acto a contracorriente.

El postpunk comenzó como un movimiento crítico a su época, pero ha tenido y seguirá teniendo eco cada vez que alguien está inconforme con lo establecido, ya sea un género musical, una forma de hacer cine o un crimen de Estado.

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