Ana Laura salió de su casa sin saber que ese sería el último día que abrazaría a sus hijos.
Llegó al aeropuerto de Chicago para tomar un vuelo con la esperanza de arreglar su situación migratoria, pero fue detenida y deportada a México. Todo sucedió el mismo día.
“Cuando me detuvieron entré en shock. Yo iba contenta, porque decía ‘ya voy a poder arreglar mis papeles y estar bien con mi familia’, pero de repente pasa eso y el mundo se me vino abajo”, cuenta.
Por ser la segunda vez que la detuvo personal migratorio, el veto de tiempo para regresar al país fue más grande. Ahora lleva más de un año en busca de volver a ver sus dos hijos, que están en Estados Unidos.
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“Cuando veo los papeles con deportación de 20 años, sentí que la sangre se me bajó y me quedé helada. ¿Por qué me pasó a mí?», relata la mujer de 42 años en entrevista.
El año pasado llegaron al país 14 mil 818 mujeres mexicanas repatriadas desde Estados Unidos, de acuerdo con el estudio Migración y Movilidad de Mujeres en México, elaborado por la Secretaría de Gobernación (Segob).
De ellas, el 57.4 por ciento dejó a sus hijos sin la compañía de otros familiares o conocidos. Al menos 8 mil 805 madres fueron obligadas a dejar a sus hijos desprotegidos; ahora el gobierno estadounidense podría quitarles su custodia.
En busca de una mejor vida
Antes de ser deportada, Ana Laura vivió en la ciudad santuario de Chicago por más de 16 años.
Se fue a Estados Unidos a los 24 años, con la visión de darle mejor vida a los cuatro hijos que tuvo con su primer pareja en México.
Vivían en un pueblo de Jalisco en el que había pocas oportunidades laborales y educativas. “A veces no teníamos ni para comer, yo tenía que hacer algo”, recuerda.

En abril de 2001, emprendió sola el viaje como ilegal a Estados Unidos.
Tuvo que dejar a los menores al cuidado de su madre, porque su pareja no se hizo responsable de ellos. Pagó para que un pollero la transportara por las garitas hasta llegar al extranjero.
“Íbamos cuatro personas dentro de la cajuela de un Jetta. Afortunadamente yo estaba pegada a la parte donde cierra y de la ranurita me podía pasar más aire.
«Era de ‘no respires fuerte, no vayas a toser, no muevas las piernas aunque las tengas dormidas’, porque nos podían cachar”, recuerda.
Ana Laura intentó cruzar con visas de turista a sus cuatro hijos, pero su expareja le negó la custodia. Desde entonces, cada 15 días enviaba dinero hasta Jalisco para que los menores pudieran comer y estudiar.
De acuerdo con el Centro de Estudios Migratorios, el 16.2 por ciento de las mexicanas deportadas son originarias del estado de Guerrero y el 14.6 por ciento de Oaxaca.
Jalisco es la octava entidad de donde provienen las mujeres que fueron repatriadas en 2017.
Diciembre fue el mes con más deportaciones femeninas en 2017, con mil 536 casos. En el primer mes de gobierno de Donald Trump fueron devueltas mil 427 mujeres a México.

Menores deprimidos por sus madres ausentes
Al llegar a Estados Unidos, Ana Laura tuvo dos hijos con otra pareja, a los que procuraba la mayor parte del tiempo porque el padre trabajaba todo el día.
“Para mí lo más importante son mis hijos. Si tenía vacaciones, mis hijos. Si tenía un rato libre por las tardes, mis hijos. Por eso ahorita ellos recienten mucho que yo no esté”.
Asegura que Daniel, su hijo menor de 14 años, se la pasa la mayor tiempo dormido desde que ella fue deportada, mientras Ángel, el mayor de 16 años, le manda mensajes todos los días.
Aún no conciben que su madre esté a 3 mil 369 kilómetros de su hogar.
“El más chiquito se la vive dormido, no quiere hacer sus actividades como antes. El otro no lo ha asimilado. A los dos los llevan a terapia por depresión”, dice la madre.
Ella no pierde comunicación con ellos en ningún momento, aunque asegura que hacer que su familia viaje a México no es la opción, porque las oportunidades de bienestar son muy carentes.
Sin asesoría, hay poca oportunidad de recuperar a la familia
Emily Norman es una abogada estadounidense que radica en México. Desde hace dos años trabaja en el Instituto de las Mujeres Migrantes (Imumi) para contribuir a que mujeres migrantes puedan recuperar la custodia de los menores que se quedaron en Estados Unidos.

La abogada es especialista en derecho migratorio estadounidense. Aunque no puede dar representación en casos de derecho familiar, asesora a las mujeres sobre los pasos que deben seguir para recuperar a su familia.
“Una de las cosas que impacta más en el caso es si tienen representación legal o no, especialmente para mamás que están en México, porque ellas no pueden ir a la Corte, necesitan alguien allá mientras están luchando la custodia”, asegura la defensora.
Los casos de derecho familiar en Estados Unidos se regulan a nivel estatal, cada región tiene leyes diferentes y las mamás tienen, por ende, derechos diferentes.
Por lo que cada caso es particular y dependerá del lugar donde residan los infantes.
Las madres disponen de un año, desde el momento en que son deportadas, para recuperar a sus hijos del Sistema de Bienestar Infantil estadounidense, que representa a una institución similar al DIF mexicano.
“Lo que nosotros recomendamos es que las mamás que son indocumentadas tengan preparados, antes de que puedan ser detenidas, papeles donde le cedan la custodia temporal de los niños a otra persona para evitar que los niños queden en custodia del Estado”, aclara Norman.
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Aunque esta es una opción temporal, no garantiza que el gobierno estadounidense no interceda en el caso. Ya que un juez determinará si las condiciones en las que iba la otra persona son las adecuadas para mantener al menor.
Para recuperar la custodia de los infantes, los padres deben cubrir una serie de requisitos pedidos por el gobierno estadounidense.
Deben presentar un estudio socioeconómico, evaluación psicológica, terapias, exámenes médicos que prueben que no consumen drogas, tomar talleres para padres, además de tener una vivienda y trabajo estable, garantizando que pueden cubrir las necesidades del menor.
Actualmente Ana Laura encabeza la organización “Deportados Unidos”, en la que se reúnen mexicanos repatriados para exigir al gobierno mexicano apoyo para continuar su vida en México. Desde documentación, recursos económicos y asesoría legal para poder reunirse con los suyos.
“Dejar a mis hijos fue el dolor más grande que tuve que soportar como madre”, recuerda con lágrimas en los ojos.