Con una sonrisa, José Antonio Meade camina entre los simpatizantes mexiquenses que lo acompañan en su cierre de precampaña.
Le piden una foto, lo abrazan, lo aprietan, él sólo sonríe. Pasan más de 15 minutos desde que Pepe entra a la carpa del evento hasta que llega al templete.

Desde las 7 de la mañana, con playeras blancas y rojas, gorras, aplaudidores y hasta tambores, simpatizantes priístas esperaron al precandidato a la presidencia fuera del palacio municipal de Tlalnepantla, en el Estado de México.
Podría interesarte: PRI lidera el campeonato en violaciones a la ley electoral
A su llegada, cerca de las 10 de la mañana y después de saludar a los votantes, Meade recorre la larga hilera de políticos priístas que lo respaldan, entre diputados, gobernadores senadores, secretarios de estado y voceros.
Meade levanta su mano derecha, abre y cierre el puño y continúa sonriendo.
Favorito entre favoritos: espaldarazo
El gabinete entero estaba ahí. Entre las primeras filas, Gerardo Ruiz Esparza, secretario de Comunicaciones y Transportes; Enrique de la Madrid, de Turismo; José Calzada, de Agricultura; Idelfonso Guajardo, de Economía.

Además, están José Antonio González Anaya, de Hacienda; José Narro, de Salud, y hasta Rafael Pacchiano titular de Medio Ambiente.
Aunque había una silla con su nombre, el secretario de Educación, Otto Granados, no asistió.
El gran ausente fue Luis Videgaray, secretario de Relaciones Exteriores y uno de los mejores amigos del precandidato desde la infancia. Actualmente enfrenta señalamientos por presuntos actos de corrupción y tráfico de influencias.
En el evento desfilaron Omar Fayad y Alejandro Moreno, gobernadores de Hidalgo y Campeche respectivamente.
Como resucitado reapareció en la escena pública Arturo Montiel, ex gobernador del Estado de México y familiar de Enrique Peña Nieto, secundado por Eruviel Ávila.

El coordinador de la cámara baja, Cesar Camacho, también figuró entre el equipo de campaña de Pepe Meade.
Podría interesarte: La CFE de Ochoa Reza asignó contratos por favoritismo
El primero en subir a la tarima, al centro de una carpa con capacidad aproximada de 4 mil personas, fue Alfredo del Mazo, gobernador del Estado de México desde septiembre pasado.
Vestido de mezclilla y chaleco rojo, el priísta dio la bienvenida al precandidato, asegurando que el tricolor mexiquense está de fiesta.

“Los priístas nos sentimos orgullosos del hombre que nos representa, de sus valores, de su trabajo, de su entrega y de su compromiso por México”, señaló a gritos el mexiquense para introducir a Meade.
Sentado junto a su esposa Juana, Meade no podía ocultar su nerviosismo. Pómulos rosados, manos sobre la boca y una tos recurrente fueron los signos de la inestabilidad emocional.
“Vengo con toda humildad a pedirles a quienes van a estar en la convención el próximo domingo: Yo mero quiero ser su candidato”, bromeó.
El tropezón de Meade en Tuiter frente a Tatiana Clouthier devino de meme viral a estandarte de campaña. Ahora el “Yo mero” era coreado por los asistentes, como si gritaran “Pepe Meade”.
Al igual que en toda la precampaña, Meade repitió look. Jeans deslavados y amplios, chaleco oscuro y camisa blanca arremangada.
Del mismo modo, su esposa Juana repitió estilo: camisas floreadas en tonos claros, cabello suelto y pantalón oscuro.
“En estos 60 días de precampaña han conocido a mi familia. Han conocido a Juana, mi esposa. Han conocido a mis hijos, a Dionisio, a José Angel y Magdalena.
«Porque me han escuchado hablar de la historia de mi familia, por eso saben qué me mueve a ser presidente. Quiero ser el presidente de las familias mexicanas”, recalcó.
Entre cada pausa en el discurso, Mede sólo sonreía.
Al notar la mudez del candidato, inmediatamente los animadores, en coro, hacían gritos y al instante la maquinaria priísta se levantaba de sus asientos para continuar la bulla.
El silencio y nervios del precandidato parecían cubrirse por la cosmética tradicional del acarreo.
Mikel es el peor enemigo de Mikel

Mikel se acerca al escenario entre empujones. Camina por las gradas del Teatro Metropolitan entre delegados y delegadas del PRI que corean su nombre. Viste camisa blanca y pantalón sastre color negro.
Corre por el pabellón y se sube a los asientos para saludar a la Confederación Nacional Campesina.
Extiende los brazos, levanta la cabeza y cierra los ojos. Al igual que a un cantante famoso, le gusta que los simpatizantes griten su nombre. Baja y se incorpora hasta llegar al templete.
En el lugar ya lo esperan los representantes de la convención priísta que elegirán entre Mikel Arriola y Mikel Arriola para ser candidato a la jefatura de gobierno. Sí, sólo él porque no hubo otro candidato a elección.
Únicamente con levantar la mano, los cientos de asistentes al evento manifestaron su aceptación para que el ex titular del IMSS compitiera por el gobierno de la Ciudad de México.
Mikel se adueñó del escenario y con un discurso más fuerte que el de José Antonio Meade amenazó a sus adversarios, entre ellos a Rigoberto Salgado, ex delegado de Tláhuac, a quien sentenció con meter a la cárcel.
A Claudia Sheinbaum también, por la “opacidad con la que manejó las obras del segundo piso” (sic), y a Marcelo Ebrard por “pagar doble” el costo de la línea 12.
El blanco de su discurso fueron los gobiernos de izquierda y “el libertinaje” con el que se ha manejado la ciudad.

“La familia será mi prioridad. La Ciudad de México será la ciudad de los valores, de la familia. Desde este momento les digo: Mikel Arriola está en contra de la adopción entre parejas del mismo sexo.
«Me enfrentaré con las candidatas de los moches, las candidatas de los delegados corruptos y de los libertinajes encubiertos de derechos”, recalcó Mikel con actitud retadora.
Además, aseguró que está en contra del uso recreativo de la marihuana. Ambos puntos que fueron duramente cuestionados en redes sociales.
Podría interesarte: El publicista del IMSS que le trabaja a Mikel Arriola en precampaña
«Alguien avísele a Mikel Arriola que se está postulando para jefe de gobierno en la CDMX, no para obispo en Guanajuato», ironizó por ejemplo el periodista Óscar Balmen.
Al centro del escenario, Arriola recibe el apretón de manos de su compañero José Antonio Meade. Ambos se entrelazan y elevan los brazos, coreados por los gritos de «Vamos a ganar, vamos a ganar».