Mario Aburto tenía 23 años cuando entró a prisión. Lleva más tiempo tras las rejas que fuera de ellas y aún le quedan más de 15 años de condena por ser el asesino confeso del candidato a la presidencia , Luis Donaldo Colosio Murrieta.
El 23 de marzo de 1994, hace 24 años, el priísta fue asesinado al recibir dos balazos a quema ropa; una en la cabeza y el otro en el abdomen. Su cuerpo quedó tendido a vista de sus simpatizantes, quienes lo acompañaban en un acto de campaña en el barrio de Lomas Taurinas, Tijuana.
Horas después del asesinato la PGR presentó a Aburto, un obrero originario de Michoacán, como el asesino solitario de Colosio.
El el año 2000, durante la presidencia de Ernesto Zedillo, la Procuraduría dio por cerrado el caso dejando al michoacano como el asesino solitario del aspirante presidencial priista.
Su actuación fue justificada asegurando que el agresor era un enfermo mental que sufría del trastorno “Borderline”, en el que una persona puede cambiar de personalidad momentáneamente.

Esa fue la versión oficial soltada a medias, después de cambios recurrente de fiscales que investigaban el caso, en la que nunca indagó más sobre la vida del asesino confeso.
“Utilizaron el poder de la prensa, de académicos, especialistas y hasta abogados para imponer la versión oficial, pero nunca nos dejaron conocer a la persona”, dijo en entrevista para República 32 la periodista Laura Sánchez Ley, autora del libro “Aburto: testimonios desde Almoloya, el infierno de hielo”.
Podría interesarte: ‘La vía independiente está bastante desprestigiada en Nuevo León’
Mucho se conoce sobre la vida y obra del candidato presidencial, pero casi nada del agresor y las motivaciones que lo llevaron a asesinar, según las indagatorias oficiales.
¿Existe más de un Mario Aburto?
Al escucharse el segundo disparo que causó el desplome de Luis Donaldo Colosio, los tijuanenses comenzaron a jalonear y golpear al hombre de de cabello rizado y chamarra color negro que estaba parado a un lado del occiso.
Aseguraban haberlo visto accionar el arma sobre la nuca del candidato.

La fotografía de Aburto ensangrentado, sostenido de los brazos por policías que impedían que fuera linchado, recorrió el país. En ese momento comenzaron a crearse teorías sobre una posible suplantación del hombre, que el Mario Aburto detenido en Lomas Taurinas, no fuera el mismo que recluyeron en el penal de Almoloya.
Que si tenía un lunar en el rostro, el cuello era más ancho o la forma de las orejas era distinta en las fotografías. Las teorías sobre un posible asesinato y cambio del homicida, eran una constante entre los mexicanos.
Podría interesarte: “Nos han quitado todo, también el miedo”: mujeres exigen un alto a la violencia
Sin embargo, la PGR en el tomo II de la versión pública sobre la investigación del caso, concluyó que sólo existió un Mario Aburto, el mismo asesino solitario que lleva 24 años recluido en el Centro Federal de Readaptación «Altiplano», en Almoloya de Juárez, Estado de México.
Si es que había dudas de la imagen del hombre, se debían a factores técnicos de las fotografías.

A 24 años, la versión completa del expediente de 68 mil hojas, se encuentra reservado al público. Algunos datos podrán consultarse en por lo menos 10 años, dejando el caso en el desconocimiento y olvido.
“Ha habido tanta cerrazón de parte del gobierno, han recurrido a la figura del olvido. De tanto que niegas la información, de tanto que la reservas, que las nuevas generaciones desconocen completamente quién es Mario”, lamenta la periodista, quien considera absurdo que a los expedientes se les diera otro cinco años de reserva en pleno año electoral.
¿Quién es Mario Aburto Martínez?
La versión oficial de las autoridades sostiene que Mario Aburto es un asesino solitario. Quien no tuvo mayor razón para asesinar al candidato con más posibilidades de llegar a la presidencia en 1994, que a causa de problemas mentales.
“En esta investigación oficial conoces a un Mario Aburto loco, con problemas de bipolaridad, con una enfermedad mental que se llama “Borderline”, en la que tú puedes cambiar de personalidad de un momento a otro totalmente. Pero no conoces a la persona”, dice Laura Sánchez, quien durante siete años documentó la reclusión de Mario Aburto, a partir de acercamientos con la familia del asesino confeso.
Podría interesarte: “Si mi padre reviviera, al ver al PRI se volvería a morir”: Colosio hijo
Con la investigación, la periodista logró documentar la vida del obrero acusado de homicidio doloso en 1995, a partir de relatos familiares y de personas que siguieron de cerca la investigación penal.
“Nadie contactaba a la familia y ellos estaban muy necesitados de hablar y contar lo que habían vivido. Me permitieron conocer a Mario en primera persona, porque si yo no podía entrevistar a Mario, me dejaron tener acceso a 20 años de grabaciones telefónicas que tuvieron con él”.
Mario tenía poco tiempo de llegar a México, viajó de Long Beach, California en Estados Unidos, hasta Tijuana para cuidar a sus hermanas por encomienda de su padre.

Era considerado el más centrado de la familia, un chico serio, alejado de los vicios y con pocos amigos. Muy cercano a su hermana menor, Karina, ambos pasaban el tiempo caricaturas.
Durante sus últimos años libre, Mario trabajó en siete maquiladoras en Tijuana. En una de ellas conoció a Beatriz, una joven con quien tendría la única relación de noviazgo que conocieron sus padres.
“Era muy joven, tenía nada que había salido de la preparatoria técnica. Vemos todas las cartas de amor que se enviaba con su novia y te imaginas un Mario muy distinto, un Mario que le rogaba que no lo dejara (…)
No era una persona que trabajara en una maquiladora y luego se fuera a campo de tiro para matar a un candidato presidencial. Era un hombre que prácticamente fue forzado a venir a México”, relata la periodista.
A más de 20 años de reclusión, sus familiares aún piden al gobierno dejar en libertad a Mario Aburto, pues consideran que fue inculpado sin pruebas. Antes del cambio de gobierno, en 2013, los familiares le exigieron a Felipe Calderón reabrir el caso.
El tiempo pasa y este año llegará el quinto presidente de la república que inicia nueva administración sin esclarecer el magnicidio de aquel 23 de marzo.