Este martes 24 de abril el país amaneció con la noticia de que tres estudiantes de cine, Javier Salomón Aceves, Marco Francisco Ávalos y Jesús Daniel Díaz, desaparecidos desde hace más de un mes, el 19 de marzo, fueron asesinados y sus cuerpos fueron disueltos en ácido.

Miles de personas comenzaron a organizarse en redes sociales para protestar ante el crimen e invitaron al resto de la sociedad a sumarse con el hashtag #NoSonTresSomosTodos.

Las marchas se realizaron en Guadalajara y en la Ciudad de México.

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En la primera ciudad la protesta abarcó la Avenida Vallarta, mientras que en la capital del país las personas caminaron sobre Paseo de la Reforma hasta llegar a las oficinas de la Procuraduría General de la República.

“¡No son tres, somos todos!”, “¡Cine sí, muerte no!” y “¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!”, “¡¿Por qué, por qué nos asesinan, si somos la esperanza de América Latina?!”.

En la marcha también hubo estudiantes de políticas, teatro o literatura. Foto: República32/Juventino Montelongo

Esas fueron algunas de las consignas que se escuchaban a cada paso que avanzaba el contingente en protesta, en donde no sólo había estudiantes de cine, sino también de periodismo, políticas e integrantes de colectivos feministas, que se sumaron a la marcha.

La cita fue a las 4 de la tarde en el Ángel de la Independencia para dirigirse a las oficinas de la PGR, aunque comenzó con casi 40 minutos de retraso, eran pocas las personas que llegaron a tiempo.

Primero se llenó la mitad de la glorieta que rodea al Ángel y poco a poco comenzó a llegar más gente. Al final abarcaron todo un carril de una de las avenidas más grandes e importantes de la ciudad.

La consigna era una: no violencia, los estudiantes que organizaron la marcha se reunían en diferentes puntos del contingente para aclarar que durante el trayecto nadie tenía que cometer algún acto ilegal, la marcha era pacífica, aunque con la voz en alto.

Los gritos de las personas que decían: “¡No son tres, somos todos!”, fueron calladas en al menos tres ocasiones por discusiones dentro de la marcha. El problema de algunos estudiantes fue que un grupo de personas llevaban la cara cubierta y los acusaban de rayar paredes.

Pese que rayar un pedazo de concreto no puede compararse en nada con asesinar a miles de personas, esto sigue siendo un delito. Sin embargo, los estudiantes comenzaron a argumentar que era un peligro manifestarse siendo estudiante, tanto en esta y como en cualquier marcha, y el ejemplo era el motivo mismo por el cual estaban protestando.

La noticia del asesinato de estudiantes reunió a cientos de personas en el Ángel. Foto: República32/Luis Peagui

Toda la discusión fue a gritos y se repitió, el ruido de Reforma, las consignas que coreaban los participantes y hasta los vendedores ambulantes que rodeaban la marcha con mangos y raspados, hacía que un simple “¿de aquí a la derecha?” se tuviera que preguntar gritando.

Al llegar al punto final de la marcha, las instalaciones de la PGR, los manifestantes se detuvieron ante una valla de acero, y atrás de ella, un grupo de cerca de 50 policías.

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De los cientos de manifestantes, sólo pudieron pasar tres, quienes representaban a diferentes escuelas de cine y entregarían las peticiones a Alfonso Navarrete Prida, secretario de Gobernación.

Mientras ellos llegaban a alguna parte dentro de la Procuraduría, afuera los demás seguían exigiendo justicia, a gritos, porque aseguraban que los verdaderos enemigos del gobierno era el pueblo.

“¿Cuál fue la respuesta del gobierno? Ponernos una pinche valla para recibirnos”, dijo un estudiante de cine que momentáneamente tomó la palabra en medio de la manifestación.

“Nada más piensen en la familia de cada uno de nosotros y si nos hubiera pasado la mitad de lo que les pasó a ellos”.

«Yo me senté a un lado de ellos en la cátedra de Del Toro», dijo uno de los manifestantes. Foto: República32/Juventino Montelongo

“¡Tengo un chingo de rabia, un chingo de rabia!”, gritó de nuevo y fue coreado: “¡Yo también!”, gritó una chica, “¡yo también!”, gritó otra persona.

Los gobernadores, decía, son los que tendrían que estar entre las vallas.

“¡Pinches traidores!”, gritaron a coro los asistentes.

Hubo como una especie de ronda, en donde varios asistentes comenzaron a gritar lo hartos que estaban de vivir inseguros, desconfiando del gobierno, sufriendo la muerte de compañeros de clase, amigos o vecinos.

“¡No somos tres, somos un chingo y un chingo nos podemos organizar!”.

Las peticiones y qué pasará después

 

“Que se sepa la verdad, y no una verdad histórica”, fue una de las peticiones que la comitiva de tres estudiantes entregaría en la PGR.

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“Hace falta seguridad y medidas claras de cómo el gobierno puede proteger y salvaguardar la vida de los estudiantes, de los maestros y de los directores de universidades”.

Según la Fiscalía de Jalisco, los asesinos de los estudiantes son tres integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación, entre los que se encuentra un rapero conocido como “QBa”, aunque esta versión no es la final, ni (se espera) una verdad histórica.

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