Las librerías de viejo han acompañado a diferentes ciudades del país tantos años que incluso se adaptan a las necesidades de los nuevos clientes/lectores.
Sin embargo, muchas de ellas tienen pilas y pilas de libros que hacen que la búsqueda de un solo libro sea más que complicada.
No son pocas las librerías que en su afán de contar con un gran catálogo terminan ofertando viejas enciclopedias, libros de texto de hace décadas o viejas revistas que sólo son hojeadas por el polvo.
Justo para evitar que los lectores se pierdan en pilas de libros que no le interesan, surgen espacios como La Murciélaga, en la Ciudad de México o Elegante Vagancia, en Guadalajara.
En entrevista para República 32, los dueños, fundadores y libreros que atienden estos lugares nos hablaron de las complicaciones por las que han tenido que pasar antes de crear una librería donde el cuidado del catálogo es uno de los puntos medulares.
La Murciélaga, el nuevo vecino/librería en la Narvarte
Guillermo Núñez es escritor, editor y uno de los fundadores de la librería La Murciélaga contó el proceso por el cual tuvieron que pasar antes de anunciar su inauguración, que será el próximo jueves 14 de junio a las 7 de la noche.
La librería comenzó a ser planeada por los escritores y editores Luigi Amara y Óscar Benassini, además de Guillermo, y después se integró Diego Rabasa, de la editorial Sexto Piso.
Ante la pregunta de qué tan confiable podría resultar este proyecto, Núñez afirma: «Estamos confiando en algunos números que hicimos, oscilando entre lo que vamos a pagar por el local y el número y el tipo de libros que necesitamos vender para solventar esto.
Al mismo tiempo La Murciélaga no solo va a ser una librería: va a ser un espacio para hacer talleres, encuentros, presentaciones —algo que Núñez espera que haga una diferencia con las demás librerías— “que tienden a volverse bodegas».
¿En dónde consiguen estos libros?
«Los cuatro tenemos una biblioteca personal considerable de la cual vamos a extraer algunas cosas que valdrán la pena. Creo que la gente no considera tanto la vida activa de los libros, pero hay que ponerlos a circular».
El acervo de La Murciélaga fue seleccionado, de acuerdo con Núñez, basándose en la importancia de los libros, ya sea porque son primeras ediciones, autores poco conocidos o difíciles de conseguir y rarezas editoriales.
“Nuestras áreas son la literatura, libros sobre arte, cine, música, también hay una selección importante de filosofía, y crítica en general, textos sobre literatura, revistas de colección y también tenemos un apartado de libros de género: novela negra, horror, erotismo y bastante poesía”.
Elegante Vagancia, un proyecto en Guadalajara
Desde Jalisco, el artista visual Carlos Ranc habló del inicio de su librería-proyecto llamado Elegante Vagancia, que en marzo de este año celebró su tercer aniversario.
“El proyecto empezó muy caprichoso. Yo vengo del mundo de las artes, no del mundo del libro y colecciono libros desde hace mucho y un día me harté de estar en la Ciudad de México y decidí mudarme a Guadalajara para iniciar este proyecto y lo único que me sobraba en la vida eran libros. Así que nació casi espontáneamente”.
Su librería está compuesta en tres módulos, en el primero están “las mal llamadas ‘editoriales independientes’ porque son más dependientes de los fondos públicos que de otras cosas.
Es un grupo de editoriales españolas, argentinas, mexicanas, que me gustan mucho sus proyectos y entonces la idea es tener sus catálogos completos, como si fuera una especie de show room de estas editoriales, estoy hablando de editoriales como El Milagro, Sexto Piso, Umbral, Aldus —que ya desapareció pero la tenemos—, de ese tipo”.
En el segundo módulo Ranc tiene una librería de viejo como tal, especializada en literatura hispanoamericana del siglo XX “porque es el tema que más me interesa, el que más o menos conozco” y tiene desde primeras ediciones hasta libros agotados “o ediciones que yo considero que tienen cierta particularidad”, un catálogo que tiene variedad de precios y temas, dijo.
La tercera parte es una biblioteca pública, “como te decía yo colecciono libros desde hace un rato y más particularmente colecciono colecciones.
«Me he dedicado por muchos años a juntar series completas como El Volador, México y lo mexicano, Los presentes —la editorial de Juan José Arreola—, Alacena de Era, Ficción de la Universidad Veracruzana, entonces tengo una pequeña biblioteca que presto para gente que tenga proyectos específicos.
Algunas están completas y otras estoy en proceso de completarlas como la de Letras Mexicanas o la Biblioteca del Estudiante Universitario, me dedico a cazar libros permanentemente”.
¿Cómo vas consiguiendo los libros?
“Es una labor totalmente solitaria, evidentemente hay dos o tres gentes cercanas que conocen bien el proyecto y que lo han seguido de manera muy cercana y me ayudan a conseguir ciertos libros pero es muy esporádico”.
En un principio, recordó Ranc, en la librería había mucho más movimiento como presentaciones de libros, talleres, “pero lo que pasa es que Guadalajara es una ciudad bastante apática en donde el mundo de la literatura se reúne una sola vez al año durante la FIL, que se vuelve un gran bazar y lamentablemente esa es la única vez al año que la gente compra libros.
Las librerías pequeñas estamos muy abandonadas de público lector y público comprador, evidentemente”.
¿Crees que tener una librería es un buen negocio?
“No ya la palabra ‘buen’ te sobra”, respondió Carlos entre risas, “no es un negocio. Digamos en la Ciudad de México las librerías tienen un público mucho mayor que aquí en Guadalajara, aquí hay semanas en las que no tenemos más de cuatro o cinco visitantes, por lo que hay que geolocalizar la pregunta.
«No es lo mismo en la ciudad que en Irapuato. Sí, puede llegar a ser un negocio, puede, pero en general tienes que rodearte de una serie de actividades como desde tener un café o los mismos talleres, no estoy seguro que la pura venta de libros, al menos en Guadalajara, no sostiene un negocio, así de sencillo”.
¿Entonces por qué decidiste establecer tu negocio en Guadalajara, si no era tan rentable?
“Es que yo no pienso en esos términos. Primero yo no uso la palabra ‘negocio’, lo sigo llamando ‘proyecto’, entonces como no pienso en términos de negocio yo quería hacer un proyecto de librería para el cual necesitaba ciertas condiciones que la primera era un espacio grande, que es más accesible en Guadalajara que en la Ciudad de México, en la ciudad probablemente vendería más libros pero tendría un espacio más pequeño y tendría que pensar en términos de negocio pero no quiero pensar en esos términos porque no son mis intereses. Entonces la librería y la biblioteca son más una extensión de mis proyectos como artista”.
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