En las últimas semanas he escuchado a varias personas decir que la vida se cuenta en mundiales.

Primero me lo dijo una amiga que hace cuatro años vio, por primera vez, a la Selección Mexicana jugar un Mundial, obra de su hoy ex novio; a ella no le gusta el futbol. Otro día, lo dijo un compañero lleno de melancolía: “Ése fue el último mundial con mi papá”.

Luego, a un sociólogo en una plática casual: “ese mes todavía sentimos esperanza, después, el país se terminó de caer a pedazos. Vino Tlatlaya, Ayotzinapa, la Casa Blanca y todo lo demás”.

Un mundial te recuerda quién eras.

Hace mil 460 días, a una chica la despertaba la pesadilla de alguien más: “Dile a la FIFA que no era penal”.

Horas antes, el 29 de junio de 2014, Arjen Robben, armado con el uniforme de la naranja mecánica, fingía una falta en el área chica. Su actuación le ganó un penal a favor de Holanda.

El trágico momento quedó inmortalizado en una imagen. Robben manos arriba y grito de falso dolor se deja caer al pasto; detrás “El Capi” Márquez, que no lo toca; a un costado, Miguel Layún, con la mirada fija en la pelota, pero no en el rival.

El hashtag #noerapenal se disparó en las redes. Gol. La historia se repite. La maldición del quinto partido. México vuelve a casa.

breve historia del ya merito méxico y los mundiales
El resultado final fue 2-1 favor Holanda. México no obtiene el pase a cuartos de final.

Todo vuelve a empezar. Pero ya no somos los mismos que hace cuatro años, ¿o sí?

“Entendemos el futbol como cultura del esfuerzo, de la recompensa. Y así nos va”, escribe Rodrigo Márquez Tizano en el prólogo del libro Breve historia del ya merito, publicado por Sexto Piso.

«Es mejor envejecer en mundiales que en sexenios», recalca el editor.

Pero por alguna razón, a México no le va tan bien, no solo en el futbol. Como detalla Juan Villoro en este libro que retrata la pasión desbordada, la ilusión y las constantes rupturas de corazón, “en la tierra donde el águila se comió la serpiente, ser patriota significa honrar a los perdedores”.

Aquí, la derrota se convierte en hazaña, sugiere el escritor. ¿Será que en este país no nos gusta ganar?

Luigi Amara, otro de los 14 autores del libro, habla de la relación entre la vida del mexicano y el futbol. “¿Sentimos que esa camiseta dice algo de nosotros?”, pregunta durante la presentación.

«El futbol no solo es un pedazo de la vida, es la vida», argumenta.

Entonces, para saber por qué nos va mal en los mundiales, por qué desde 1986 —el año del mítico gol de Manuel Negrete— nada más no llegamos al quinto partido, habría que voltear a ver cómo nos va en la vida diaria del país.

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Gol de Manuel Negrete contra Bulgaria. 1986. Foto: Cortesía

“¿México es consistente en su mediocridad?”, pregunta. Tal vez —se responde a sí mismo— tenga que ver con que la Selección también está llena de nepotismo, de corrupción, de fiestas aniticipadas, de soberbia, de prepotencia…

Y entonces se acuerda de que en la Copa Mundial de Sudáfrica 2010, Javier Hernández metió gol en el segundo partido contra Francia.

El gol que cerraría la victoria. Pero, en el siguiente encuentro contra Uruguay, el DT, Javier Aguirre, eligió al Guille Franco por encima del joven que recién había fichado con el Manchester United de Inglaterra. “Después se supo que tenía intereses personales en que estuviera él [Guille Franco] y no otro. Su promotor era el mismo”. ¿Alguna similitud?

¿Qué pasaría entonces si, en vez de contar la vida en mundiales, las contáramos en sexenios? Quizá la hazaña de la derrota sería aún más espectacular, aunque los daños mucho más profundos.

Si contáramos la vida en sexenios, no sería la nostalgia de haber compartido risas y emociones con un ex novio ni la melancolía del último partido con el padre, ni la última chispa de esperanza la que nos haría recordar; tendríamos más presente la realidad fuera de los 90 minutos de un partido de futbol, la de un país que se ha hundido entre muertos, desaparecidos y corrupción.

“Nuestra selección es el espejo de un país en crisis”, publicó Villoro en Reforma, antes del partido de la Selección contra Dinamarca, en el último amistoso antes de que se dé el silbatazo inicial del Mundial de Rusia 2018.

También hace un recuento de cómo otros equipos han manejado sus crisis políticas. Argentina en México 86, a cuatro años de la guerra de las Malvinas, se enfrentaba a Inglaterra; Alemania se coronaba en el ’54, tras la Segunda Guerra Mundial… ¿Y México?

Joaquín Beltrán, el eterno capitán de los Pumas, dice que a México le va como en el futbol: piensa en el futuro, pero no pone atención en el presente. “Como entrenas juegas. Las decisiones de hoy nos determinan mañana”.

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