Al igual que hace 12 años, Andrés Manuel López Obrador arranca la contienda electoral a la cabeza de las preferencias ciudadanas. Si en febrero de 2006, el entonces perredista tenía 39% en la intención de voto, en febrero de 2018 las simpatías lo colocan con 38%, según encuestas recientes. En esa ocasión el tabasqueño y Felipe Calderón tuvieron un cierre de fotografía, aunque al final el candidato panista se llevó la victoria por unas cuántas décimas.
Para 2012, la cosa fue diferente: a estas mismas alturas de la partida El Peje iba en tercer sitio de las encuestas, con 22%. Y aunque terminó en segundo sitio, el candidato que ganó las elecciones, el priísta Enrique Peña Nieto, le sacó casi 7 puntos de diferencia.
En ambos intentos el resultado para López Obrador fue el mismo: quedó en segundo lugar.
En 2006, los errores propios –«cállate chachalaca» y no acudir a uno de los debates– y la guerra sucia –«AMLO es un peligro para México»– contribuyeron al declive de su aspiración.
Ahora acaba de confrontarse con algunos intelectuales y circulan versiones de su relación con Venezuela y Rusia, además de que surgió PejeLeaks, un sitio abiertamente antiAMLO.
«La pregunta es quién es hoy AMLO, porque seguimos viendo lo que no ha cambiado: la poca tolerancia ante los ataques, ante la crítica y su poca transparencia», señala el consultor político Gerson Hernández Mecalco.
Por su parte, el analista político Gerardo Esquivel apunta que esta contienda electoral se parece más a la de 2006 que a la de 2012. «La población parece ser menos receptiva a las campañas de desinformación y de ataque en contra de Andrés Manuel», apuntó ayer en su columna de El Universal.
La primera caída
Hace 12 años, Andrés Manuel López Obrador buscó por primera vez la presidencia de la República.
Dejaba la jefatura de gobierno del extinto DF con una aprobación de mandato positiva: 7 de cada 10 capitalinos validaban su gobierno. Se le veía fuerte y seguro de cara a la contienda electoral de 2006; las encuestas lo favorecían.
Según los datos de Consulta Mitofsky de ese año, AMLO tenía los spots más exitosos, la gente sabía de su apoyo a las personas de la tercera edad, conocía sus propuestas de ayudar a los pobres y la promesa de bajar los costos de la luz.
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En esos tres meses, Andrés Manuel, representando al PRD, dominó las preferencias electorales: de diciembre a enero subió cuatro por ciento y de enero a febrero otro poquito: .7 por ciento. El segundo lugar se lo peleaban Madrazo y Felipe Calderón; este último resultaría victorioso meses más adelante.
Los hombres eran sus principales seguidores, mientras que Calderón y Madrazo robaban la atención del género femenino. Los jóvenes lo preferían.
Para Gerson Hernández Mecalco, consultor político, los errores de Andrés Manuel no eran tangibles en esos meses, por el contrario, venía fortalecido por su desempeño como jefe de gobierno, pese a la crisis de inseguridad que hubo en la CDMX durante su gestión, y su relación con la iniciativa privada.

Su primer gran desacierto fue no asistir a un debate presidencial en abril de 2006, hecho con el que se presentó como “el candidato que no quiere debatir”, explica Hernández Mecalco.
En ese periodo también se robusteció la llamada “guerra sucia” en su contra, aquella que tenía como eslogan “es un peligro para México” y que, de acuerdo al consultor, funcionó porque cualquiera podía contratar espacios televisivos, no existían las reglas del juego que hay en la actualidad sobre los tiempos en medios.
Tras perder las elecciones, este panorama sería determinante para su papel en la contienda de 2012.
Segundo descalabro
Seis años más tarde, en su segundo intento por alcanzar la presidencia, las encuestas dejaron de estar de su lado. El registro del mismo periodo que hizo Mitofsky coloca a Andrés Manuel en tercer lugar, salvo en diciembre de 2011 cuando le sacaba unos cuantos puntos a la panista Josefina Vázquez Mota.
López Obrador, otra vez con el PRD, no le hacía ni sombra al puntero, el actual presidente, Enrique Peña Nieto.
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En este trimestre el todavía perredista no implementaba su “república amorosa” y el movimiento Yo soy 132 tampoco había visto la luz, estos acontecimientos lo convertirían meses después en el verdadero rival de Peña Nieto, aunque otra vez perdería la contienda.
Hasta febrero de 2012, el Peje se mantenía en el tercer lugar; Peña Nieto le sacaba más del 20 puntos en las encuestas de preferencia electoral.
Tercer intento
Tras su segunda derrota, redobló los esfuerzos para consolidar su propio partido político: Morena. López Obrador dejó el PRD y cerró filas para trabajar en su movimiento y aspirar por tercera vez a la presidencia.

Este 2018, dice Hernández Mecalco, también académico de la UNAM, Obrador regresa con una fuerza similar a la de hace 12 años. La diferencia es que “en 2006 se votaba por AMLO, en 2018 se vota contra el PRI”.
Los datos le dan la razón. La encuesta de El Economista señala que casi el 60% de sus encuestados rechaza al partido en el poder.
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Según los datos de Mitofsky, entre diciembre y enero, Andrés Manuel ha aventajado a sus adversarios, el priista José Antonio Meade y el panista Ricardo Anaya, pero no hay mucha diferencia entre los tres.
Sin embargo, otras encuestas, como la de El Financiero lo ponen al menos 11% por encima de Anaya y 16% de Meade.

El último análisis de Mitofsky, dice que la fuerza del Peje se concentra en los hombres, mientras que a Meade lo prefieren las mujeres.
Geográficamente le va mejor en las zonas urbanas, mientras que en las zonas rurales del país es el candidato del PRI quien lleva ventaja.
Sin embargo, como adelanta el especialista y las mismas encuestas advierten, estos datos son únicamente un sensor de lo que se vive en determinada época de la contienda electoral y no determinan el futuro en las urnas.
Hernández Mecalco adelanta que habrá que ver los siguientes números porque recientemente Andrés Manuel se dejó ver como el personaje intolerante a la crítica y aunque utiliza las redes de manera proactiva, todavía no termina de pisar seguro para ganar estas elecciones.
El académico Gerardo Esquivel ve más probable una elección cerrada. «López Obrador parece haber aprendido de sus errores. En general se ha vuelto cada vez más cuidadoso de sus mensajes y en su relación con el sector privado», escribió en el artículo publicado ayer por El Universal.
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