El agua no tiene forma, simplemente se adapta a la estructura del recipiente que la contiene. El recipiente podría ser el planeta Tierra, entonces el agua tendría forma de totalidad.

En La forma del agua (2017) Guillermo del Toro resuena el mito de Orfeo, la tensión bélica entre Rusia y Estados Unidos, la crisis de los misiles, el elogio de la imaginación representado por el cine en blanco y negro y las películas de tap y dixieland, el solitario amor a los gatos, la hermosura del talento artístico sin embargo aislado por la velocidad del mercado, la belleza de la vida mítica latinoamericana, y cuenta una historia de amor cuyos rasgos son la tenacidad, la ternura y la confianza en el otro.

Guillermo del Toro Forma del Agua
Guillermo del Toro dirige a Sally Hawkins y a Octavia Spencer. Twentieth Century Fox.

La más humilde y muda empleada de limpieza de un laboratorio militar estadounidense, tan firme como meliflua en la repetición de su rutina, abrirá el ejercicio de la empatía y entablará una silenciosa pasión con un anfibio humanoide capturado por el ejército en una comunidad de Sudamérica, donde sus escamas azules y fluorescencias subcutáneas le merecían ser venerado como a un dios.

Podría interesarte: La desconfianza de Umberto Eco en la verdad de los medios

La seducción, en código doméstico, operará mediante huevos hervidos, música de tocadiscos, tactos a través del cristal, lenguaje de señas y una intensa emotividad siempre notable por facial.

Una seducción que abre lugar a la complicidad individual, capaz de contravenir la estabilidad arquitectónica de un viejo cine o, bien, hacer tambalear la estrategia militar de algo así como las dos más grandes potencias del mundo en la segunda mitad del siglo XX: las dirigidas desde Moscú y Washington.

Guillermo del Toro Forma del Agua
Interrogatorios para hallar al anfibio; un policía a cargo del proyecto de investigación hace preguntas a dos empleadas de limpieza. Twentieth Century Fox.

Podría interesarte: Gabriela Mistral, del Valle del Elqui al Premio Nobel

El galardonado cineasta mexicano Guillermo del Toro, cuya fascinación por los monstruos es tan cacareada como identitaria, construye una historia de varios pliegues donde la gratuidad del sentimiento revestido en una rítmica naíf permite la oposición a los autoritarismos y la huida hacia el tiempo mítico, cuyo recuerdo sólo es posible desde la voz melódica y despreocupada de quien cuenta un cuento.

Entre peritajes policiacos, exterminio de espías infiltrados, machismos promovidos desde las ideologías que estructuran un país, se cuela otra visión de mundo, donde se permite la suavidad:

Unable to perceive the shape of You,

I find You all around me.

Your presence fills my eyes with Your love,

It humbles my heart,

For You are everywhere.

 

 

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *