“¿Primer caballero? ¿Primer hombre?¿First dude?”, preguntaban los medios estadounidenses durante la campaña presidencial de 2016, cuando Hillary Clinton le daba batalla a Donald Trump.
Pensar en la posibilidad de que Estados Unidos tuviera una mujer presidenta, que además hubiera sido primera dama y su esposo presidente del país entre 1993 y 2001, revivió el tema de género en la política con las preguntas: ¿Cuál es el papel de los esposos de las gobernantes?, ¿qué pasa si ellos ya tuvieron un cargo público?, ¿suman o restan a la carrera de sus esposas?
En el caso de la pareja Clinton, Bill representó un fuerte apoyo entre los demócratas progresistas, Wall Street y ONG’s globales. Sin embargo, los republicanos utilizaron los escándalos sexuales del esposo de la ex secretaria de Estado para restarle puntos en estados clave.
Estas preguntas se repiten para las elecciones de este 2018 en México. Margarita Zavala compite por la presidencia, además de 11 mujeres que aspiran a ser gobernadoras. ¿Cómo influye la figura de sus parejas o ex parejas para ganar elecciones?
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Para Enrique Ortega, consultor en imagen, para las esposas de políticos que inician su propia carrera este año es difícil quitarse la sombra del marido, sea positiva o negativa.
En el caso de Zavala, que Felipe Calderón sea su esposo le suma y le resta al mismo tiempo. “Le hace bien, considerando que ella no es una buena oradora y él sí. A ella le ayuda que Calderón salga, en términos de imagen para jalar la visión de mandatario que lo acompaña hacia ella”.

Sin embargo, Ortega aclara: “Él carga con el hecho de haber iniciado la Guerra contra el narcotráfico e inevitablemente a Margarita la persigue el tema, le han preguntado muchas veces cómo es que estando en una situación privilegiada, como primera dama, no dijo nada y ahora quiere venir a decir lo contrario”.
Además el especialista cree que se le continuará relacionando con el sexenio de Calderón durante el resto de su campaña.
“Es porque ella nunca construyó una imagen pública lejos de su papel como primera dama”.
Ortega cree que si Zavala ganara — hasta el momento las encuestas indican que es muy difícil que Margarita sea la próxima presidenta de México — habría una continuación de las políticas y decisiones buenas y malas que se tomaron en el sexenio de su esposo.
La sombra depende de la candidata
En el caso de las gubernaturas, Nueva Alianza es el partido que más mujeres postuló (4), le siguen el PVEM (2) y la coalición “Por México al Frente» (2), mientras que el PRI y Morena sólo una, también hay una independiente en la CDMX.
Sin embargo, de ellas sólo tres son las que realmente dan batalla.
En Ciudad de México la pelea está entre Claudia Sheinbaum y Alejandra Barrales, aunque la morenista lleva la delantera; mientras que en Puebla, Martha Erika Alonso del Frente lidera las encuestas, por encima de Miguel Barbosa, de la alianza “Juntos Haremos Historia”.
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Para ellas los panoramas son diferentes.
Martha Erika Alonso, esposa del ex gobernador de Puebla (2011-2017), Rafael Moreno Valle, es quien la tiene más complicada, pues aunque las encuestas la ponen por encima de Barbosa, los puntos que los separan son pocos y la imagen de su esposo, le está restando.
Ortega explica que Martha Erika, aún siendo presidenta del DIF de Puebla, nunca fue una figura pública.
“Diseñadora gráfica, con una maestría en la UDLPA y con diplomados en mercadotecnia, sin una carrera que la avale como figura pública no tiene herramientas para contrarrestar los negativos del marido”.

Rafael Moreno Valle, quien promocionó su imagen para tratar de llegar a la presidencia de la República, supuestamente con recursos públicos, es mejor que se mantenga lejos de la campaña de su mujer.
El caso de Claudia Sheinbaum es diferente.
La ex secretaria de Medio Ambiente en la gestión de AMLO y ex delegada de Tlalpan se divorció en 2016 de Carlos Imaz, quien apareció en un video recibiendo dinero cuando él era delegado de Tlalpan por el PRD y tuvo que dejar el cargo.

Sin embargo, Enrique Ortega explica que aún con el pasado del ex marido, Claudia ha construido su propia carrera, ella robó reflectores desde hace años y la imagen negativa de su ex esposo puede contrarrestarse con los positivos que tenga ella.
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“Ella, con sus cartas, puede lograr tener la percepción de la imagen que busca”.
Alejandra Barrales no tiene que lidiar con el tema porque también ha construido su carrera sin apoyarse en sus parejas vinculadas al mundo político, al menos en imagen.
Se divorció de Julio César Nicholson —a quien le regaló una avioneta de 20 mil dólares en 2005— y años después mantuvo una relación con el ex jefe de gobierno de la CDMX, Miguel Ángel Mancera, cuando Barrales era presidenta del PRD.

Para el especialista, las parejas con pasado político en las carreras de las candidatas sí pueden ser determinantes. “Si el esposo es una persona de una “decencia” cuestionable y la gente ve eso, el electorado lo va a considerar una continuidad hacia lo malo”.
La gran pregunta, recalca, es si las mujeres que se postulen en un futuro podrán lograr un posicionamiento igual de fuerte que el del marido como primeras damas o van a seguir la misma historia de Margarita o Martha Erika que cuando quieran salir a la vida pública, tal vez ya sea demasiado tarde.
“Es una realidad positiva, cada vez más tenemos mujeres, esposas de funcionarios, interesadas en la política, la clave está en cómo construyan su propia carrera”, señala.
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Según ONU Mujeres la proporción de mujeres que participan activamente en la política ha ido creciendo lentamente desde 1995, pero recalca que cada vez hay más pruebas de que el liderazgo de ellas en los procesos políticos y toma de decisiones mejora dichos procesos, y que se han convertido en piezas fundamentales para mejorar el diálogo, el acuerdo e impulsar mejoras para los sectores más vulnerables.
En México los cambios también han sido lentos y este año electoral será clave para ver el rol que adquieren estas candidatas tras los resultados y si pueden reducir los negativos de sus acompañantes con positivos que las muestren como líderes en el ámbito político.