En México, las personas que nacen pobres mueren pobres, y los que nacen ricos se mueren siendo ricos, de acuerdo con una investigación del doctor Raymundo Campos, publicada por El Colegio de México.

En la publicación “Promoviendo la movilidad social en México”, Campos señala que “el 36 por ciento de los entrevistados originarios de los hogares más pobres se han mantenido así”, en contraste, el 43 por ciento de las personas originarias de los hogares más ricos se han mantenido en el mismo nivel.

“En términos de nivel socioeconómico, México está alejado de una situación de movilidad perfecta”, dice la investigación.

La investigación señala que menos del 10 por ciento de las personas que nacen pobres llegan a mejorar su situación económica. Foto: República 32

A consecuencia de esto, las personas que nacen en hogares pobres tienen dificultades para alcanzar niveles socioeconómicos más altos, ya que menos del 10 por ciento de ellos logran mejorar su situación económica, algo que se repite a la inversa, ya que menos del 6 por ciento de las personas más ricas han caído de sus niveles de riqueza.

Sin embargo, la situación se complica más cuando el estudio se enfoca por género.

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“Adicionalmente, existen claras diferencias relacionadas con el género de los entrevistados sobre la movilidad experimentada.

La figura 2.2 muestra las mismas matrices de transición que la figura anterior, pero restringiendo las muestras sólo a los hombres o mujeres entrevistadas. Las mujeres presentan una mayor concentración que los hombres en los niveles socioeconómicos más bajos.

Mientras 47 por ciento de las mujeres originarias del primer quintil de riqueza permanecen actualmente en el mismo quintil, este porcentaje es sólo de 23 por ciento en los hombres”.

Para comparar los niveles de pobreza, el investigador dividió a la población entrevistada en quintiles, donde las personas más pobres se ubican en el quintil 1 y las más ricas en el quintil 5.

Pero al tratar de hacer de hacer esta misma comparación con las mujeres del grupo de más ricos, los resultados no son los mismos, ya que la movilidad entre ambos sexos es casi idéntica.

Raymundo Campos explica en su investigación que una de las maneras más comunes de medir la movilidad es comparar la escolaridad de los padres e hijos, lo que le permite llegar a esta conclusión:

“Los niveles educativos de preparatoria y superior aún están altamente concentrados en la población con padres ya altamente educados. Es decir, a pesar de avances importantes en cobertura de educación básica, la población con padres con baja escolaridad aún enfrenta un ‘techo de cristal’ en educación media superior y superior”.

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