Las empleadas domésticas en México no tienen acceso a ninguna de las prestaciones laborales básicas que establece la ley, ni siquiera contrato o seguro social.
Más de dos millones de mujeres en México sufren esta condición, con condiciones peores que si estuvieran subcontratadas en empresas mediante el modelo outsourcing, una estrategia que triangula personal para reducir la responsabilidad que brindaría tener una plaza directa en la estructura del contratante.
“De las cosas más urgentes por resolver son las reformas legales a la ley federal del trabajo y a la ley delInstituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), porque aquellos quienes quieran darle un contrato a las mujeres que atienden su casa no pueden darles seguro social.

«La única modalidad es la del régimen voluntario, que la despoja en automático de muchos beneficios, como acceder a una pensión”, asegura Marcela Azuela, fundadora de la organización Hogar Justo Hogar, en entrevista con República 32.
La asociación civil presidida por Marcela acompaña a empleadas interesadas en crear su contrato, además de trabajar en concientizar a los empleadores involucrados.
«El beneficio es mutuo, porque no sólo quedan muchas cosas claras para la trabajadora, sino para el empleador», considera.
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El establecimiento de relaciones contractuales permitiría especificar horarios de entrada y salida, además de periodos vacacionales.
También podrían fijarse normas sobre el cuidado de la casa y los horarios de visita para los empleadores, si se aplicarán o no aumentos de sueldo y cómo se harán los pagos.
«Así todo queda más claro para todas las partes involucradas y facilita un ambiente de respeto mutuo», continúa Azuela.
La costumbre de la violencia
El cansancio de las empleadas domésticas no sólo afecta al cuerpo. Muchas de ellas sufren distintos tipos de violencia.
“La más común es la económica. Muchos empleadores luego no les quieren pagar lo acordado porque argumentan cosas como que tal día no limpiaron algo o lavaron la ropa de manera distinta”, aclara Marcela.
Otra forma de agresión es la psicológica: se les hace sentir como seres inferiores, se les avienta la comida que sirven porque «no está lo suficientemente caliente» o «no está bien preparada».
Además, son constantemente humilladas. A muchas de ellas, que suelen vivir en cuartos de servicio del hogar en que trabajan, se les cierran las alacenas con llave, únicamente se las alimenta con dos galletas y una taza de café en el desayuno.

El resto del alimento al que acceden es la fruta que los jefes y sus familiares ya no quieren, restos de comida o productos a punto de caducar.
“La mayoría de quienes sufren este tipo de violencia son quienes viven en las casas de sus empleadores y son quienes más sufren”, insiste Marcela.
En contraste con los empleados de oficina, que acuden un aproximado de 8 horas a sus espacios de trabajo, estas empleadas domésticas permanecen encerradas 12 horas continuas en una casa, donde limpian muebles, barren, lavan baños y ropa, cocinan, etcétera.
Ajustar las leyes
La ley del trabajo expresa en un apartado dedicado a las trabajadoras del hogar que quienes habitan en el mismo sitio donde trabajan, deben disponer de nueve horas de sueño consecutivas y tres horas de descanso entre el horario matutino y vespertino.
Ese escenario deja abierta la puerta a jornadas de trabajo de 12 horas, modelo que contraviene las medidas de empleo del resto de la población. Esta situación hace necesario modificar la legislación, postula Marcela Azuela.
En Uruguay, por ejemplo, las empleadas domésticas cuentan con contrato, prestaciones de ley, días de vacaciones pagados y aguinaldo, por lo que el gobierno federal debe ratificar el Convenio 198 de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT), que incluye a otros paísers latinoamericanos, como Argentina y Brasil.
“La ratificación del Convenio serviría como un paraguas para continuar con el impulso del respeto a los derechos humanos y laborales de las empleadas domésticas en México”, finaliza la defensora.

Junto con otras cinco organizaciones, Hogar Justo Hogar prepara el lanzamiento de la campaña «Empleo justo en casa», que busca no sólo visibilizar el problema de este tipo de empleadas, sino subrayar la responsabilidad de quienes las emplean.
La campaña está respaldada por Conapred, el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH), el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, ONU Mujeres México y el Fomento Social y Ecológico de Banamex.