«Primera llamada, primera llamada. Próxima estación: asamblea», dice al micrófono una joven, chaleco rojo, lentes de pasta.
Está en el auditorio de la Preparatoria 8 Miguel E. Schulz de la UNAM, la de Marco Antonio Sánchez Flores, el joven que desapareció durante cinco días después de que unos policías lo detuvieran arbitrariamente en la Ciudad de México.
Afuera del inmueble, otro joven más, delgado y piel tostada, lanza una invitación por un megáfono: «compañeros la asamblea está por comenzar, dialoguemos contra la criminalización de la juventud, la criminalización en nuestra contra».
Es 14 de febrero. Uno que otro despistado se asoma al inmueble que tiene apenas unos cuantos lugares ocupados.
Al centro del escenario, un grupo de jóvenes acomoda dos mesas y cuatro sillas. Bajo el telón rojo y las luces teatrales, extienden una manta: «Justicia para Marco. Que desaparezca el gobierno, no la juventud».

Son poco más de las dos de la tarde, va retrasada la asamblea que se convocó por redes sociales y que invitaba a estudiantes de otras preparatorias y universidades a reunirse para planear cómo responder al «Estado que reprime al pueblo»
Afuera del auditorio los ajenos al movimiento, que intenta gestarse, se regalan flores, escriben cartas anónimas, se pasean con globos.
En las paredes de la escuela se entremezclan recortes de corazones rojos, declaraciones de amor y fotografías de Marco Antonio.
Pero no el Marco que apareció el 28 de enero, el de la mirada perdida y con muestras de delirio; las fotos muestran al Marco de antes, el sonriente, amante del arte, el cinta negra de Tae Kwon Do. Hay una promesa. “La P8 te espera”.

Esta no es la primera asamblea que se gesta después de que el caso de Marco Antonio saliera a la luz, pero sí es la primera que busca consolidar un movimiento organizado, con diversas escuelas involucradas para hacerle cara a la violencia contra los jóvenes.
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En la tarima, ocho muchachos se ponen de acuerdo sobre quién va a dirigir la asamblea, cómo se va a organizar. Todavía no hay líderes.
La Prepa 8 es la anfitriona, pero tienen invitados de las prepas 5, 2 y 9; del CCH Sur, CCH Vallejo y del CCH Naucalpan.
Además hay estudiantes de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, de la Esmeralda, de la UACM, de las facultades de Derecho, Ciencias Políticas y Filosofía de Ciudad Universitaria, y organizaciones de padres de desaparecidos, de víctimas de feminicidios.
“La juventud ha sido siempre una enorme barricada que confronta al Estado”, les recuerda Víctor Caballero, un abogado que ha defendido a diversos estudiantes detenidos arbitrariamente, también a víctimas de feminicidios.
16 personas están por tomar el micrófono y presentar su balance de la situación del país y los jóvenes.
“Está cañón que el gobierno quiere dar carpetazo al caso de Marco Antonio”, enfatiza Santiago Fonseca, del CCH Sur, cabello chino y alborotado.
Luego recalca que la ley de seguridad interior se hizo para evitar que la gente se movilice en periodo electoral.
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“Pero ya no creemos en sus elecciones y vamos a salir a movilizarnos aún con esta ley. Ya nos robaron todo, ya nos robaron hasta el miedo. ¿Qué tenemos que perder?”, lanza y se sueltan los aplausos.
En el auditorio hay cerca de cien jóvenes. Al micrófono lamentan que no sean más.
Quieren organizar un Encuentro nacional de la juventud en contra de la violencia del Estado, pero el mismo evento los hace percatarse de que para llegar hasta ahí, hay que trabajar primero desde casa.

Proponen brigadas, proponen intervenciones con los alumnos de nuevo ingreso.
“Hay que crear conciencia, que los nuevos también sepan la realidad a la que se van a enfrentar”, sugiere Diego Rodríguez, de la Prepa 2.
Surge la idea de un evento cultural en las Islas de Ciudad Universitaria, de pintar murales, de sumarse a otras manifestaciones y apoyar, dicen que empezarán con la del próximo 8 de marzo.
Paty, del Sindicato de Estudiantes, insiste en que hay que pensar a largo plazo. No quiere que este movimiento viva lo que otros, que se apague como se apagó el #YoSoy132.
“Todos nos asumimos como Marco Antonio. A la juventud nos interesa la política y sabemos que tenemos una gran responsabilidad.
«Esto, la organización, es para que cuando pase algo más, porque va a pasar, estemos preparados y respondamos de forma contundente”, dice la joven de suéter gris y pantalón de mezclilla.
A las 16:49 hpras apenas se comienzan a votar las propuestas. Hay ambigüedad.
Están quienes sugieren exigirle a Rectoría que le quite la cédula de abogado a Miguel Ángel Mancera, el jefe de gobierno de la Ciudad de México que no ha dejado de ser un policía represor, señalan.
Están quienes quieren crear comisiones que coordinen diversas áreas. Los que abogan por el evento cultural en CU y los que insisten en la asamblea nacional.
«En 15 minutos tenemos que abandonar el auditorio», dice Aracely Luna, la moderadora. Y acuerdan generar un calendario de actividades para no perderse en discusiones.
«Esto no se va a crear de un día para otro, se los digo yo que estuve cuando se hizo la Coordinadora Metropolitana contra la Militarización hace ocho años», dice Poncho de la UACM y les ofrece una ruta a seguir: comisiones y más comisiones.
No llegan a mucho más. El tiempo se los come.
«Hay que inspirarnos en otros movimientos, seguir la ruta y no dejarlo morir. Está el 68, está Ayotzi, Yo Soy 132… Hay que aprender de los errores y generar empatía para que esto sí florezca», repite Christian del la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) plantel Ajusco.
Atrás, ajenas a la discusión, dos estudiantes con mochila en espalda se acercan a la última butaca.
– ¿Esto para qué es?
– Marco.
– Ah…
Se dan la vuelta y salen del auditorio.