Contra el alambique, el habla.
Lo que era un atrevimiento vanguardista en Vicente Huidobro, la palabra antipoeta, Nicanor Parra (1914-2018) lo convirtió en el sentido de su obra:
«Fe de erratas
dice blanco
debe decir negro
dice Fidel
debe decir Che
Dice Ad maiorem Dei gloriam
debe decir putas la payasa».

Algo más que provocación, algo más que antisolemnidad, la antipoesía del chileno, cuyo verso sereno y desintoxicado de membranas evanescentes y opios, es una reacción a la embriaguez salina y la marea verbal de un antecesor inmediato, Pablo Neruda, nacido 10 años antes.
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Una respuesta furiosa contra las costumbres de la poesía de comportarse como una imprecisable avecilla sagrada, lejana de las manos sucias de aceite y del dolor de espalda.
A pesar de su afán científico, su vida de profesor de matemáticas y su permanente estrategia contra las solemnidades enajenantes de la cultura, que lo volvieron una conciencia antirreligiosa, Nicanor Parra compuso, por ejemplo, una reconciliación con la espiritualidad, una propuesta de integración popular en el libro Sermones y prédicas del Cristo del Elqui.

El Cristo del Elqui, un hombre empobrecido y en los rudimentos que, ubicado entre las estrellas del Valle del Elqui y sus lagunas que reflejan el sol, entre cerros monumentales y silencio rural, lanzó un mensaje de amor en medio del problema moderno. Un testimonio de integración humilde, pese a las indolencias de la jerarquía.
La figura fue retomada por Parra por una afinidad fantástica: el divinizado campesino motivaba el discurso al mismo tiempo anticlerical y convocante del escritor que pasó sus últimos días en una casa ubicada en Las Cruces, en la región de Valparaíso.
«Al verme vestido con este humilde sayal
hasta los sacerdotes se mofaron de mí
ellos que debieran dar el ejemplo
por algo son los representantes
de Dios en la tierra
estoy absolutamente seguro
que Él no se hubiera burlado
todo fué en homenaje de una madre
cómo iba a hacer otra cosa
mientras ella dormía el sueño eterno
imaginen el hijo divirtiéndose
con mujeres de dudosa reputación
hubiera sido una traición sin nombre
tomando en cuenta que fuí hijo único
hombre y no dios como creen algunos»,
asegura don Nicanor que dijo el campesino contra las burlas del clero institucional.
El difícil testimonio reflexivo ante la violencia desata en Parra la posibilidad de ensayar en 1977, cuatro años después de que Augusto Pinochet se hiciera de la presidencia mediante el asesinato de miles de integrantes y simpatizantes del gobierno de Salvador Allende, algunas de las mejores virtudes de su trabajo poético.
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El rescate de los despreciados, sin alarde mesiánico; la dinamita como esencia de la cultura; la desconfianza absoluta en los armatostes del prestigio; la modesta ternura entre sacos de aburrida vida universitaria y reiteración; la duda contra las obligaciones; el atentado para desmantelar la estupidez y sus presuntas dignidades…

Sin duda, Nicanor Parra era el poeta vivo más importante de Latinoamérica, hasta hoy.
En el orden de las más grandes dignidades de la escritura en el mundo hispanoparlante, queda sólo de esas dimensiones el nicaragüense Ernesto Cardenal.
Entre la discreción y la prudencia, Parra fue soltando sus bombazos. Hasta quedarse en el panorama obligatorio y enriquecedor de manera definitiva.
«NERUDIANA
Huidobro está a la cabeza
De una maniobra internacional anti Neruda
Pero yo voy a dejar caer todo mi poder
Que es muy grande
En la cabeza del señor Huidobro!
Dicho y hecho»
Hasta siempre, don Nicanor Parra. pic.twitter.com/q0Zbttq0vn
— 31 minutos (@31minutos_tv) 23 de enero de 2018
Joven antipoeta rebelde de escasos 103 años decide unirse a la antimateria: pic.twitter.com/GFOxlr09qB
— Martín Solares (@martinsolares) 23 de enero de 2018